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Federación

“Siempre soñé con ponerle la camisa arcoíris a mi niño…”: Fabián Puerta

El campeón del Keirin en el Mundial de Holanda ha llorado y llorado. El ciclista colombiano fue a Apeldoorn a comprar una camiseta para su hijo. Y se trajo dos…

Sabía que tenía que comprarle una camiseta al nene. Eso era una prioridad. Maximiliano, nombre heredado del campeón alemán Maximilian Levy, es un bebé de días, de cascabeles… de cuna.

Y “Chispas”, papá recién estrenado, quería hacerle ese regalo.

No es una metáfora. Fabián Puerta sólo esperaba tener una pausa, salir del velódromo y pasar por un almacén para conseguirle el regalo a su niño.

Más que verse él hundido en la licra Arco Iris, por la que iban todos los mejores pisteros del mundo, Puerta se veía poniéndole a su hijo la Arco Iris, comprada en una tienda de aquel país de velocistas, tan pronto regresara a la patria.

Este martes, poco después de volver a Colombia, “Chispas” atendió a la prensa en PWR CLUB, un local ubicado en la Aguacatala, al sur de Medellín.

Su hijo, un chiquilín de mirada fija y cabeza rapata, ya tenía la Arco Iris puesta. Y también él.

De lágrima fácil, el campeón mundial del keirin, que alguna vez pensó que el ciclismo de pista era ir a darle vueltas a un óvalo como un bobo, porque lo suyo en ese momento era el ciclomontañismo, pintó vuelta por vuelta la forma como ganó el título del mundo.

Y alejado de cualquier machismo infundado, también hizo el inventario imposible de cuántas veces ha llorado.

Justo en el momento en que recreaba cada escena, como cuando se levantó hoy a las seis de la mañana, caminó hasta la cuna de Maximiliano y lo abrazó mientras aún dormía para agradecerle por ser su inspiración, “Chispas” se apagó, al ser cruzado por las lágrimas…

 ¡Sentimientos al ganar la medalla!

Eran esas ganas de abrazar al niño en ese momento pero, bueno, afortunadamente ya estoy en la casa, ya pasé una noche con él y estamos acá disfrutando de este gran triunfo.

Y la Camiseta Arcoíris…

Era la camisa más anhelada que tenía, más que la mía. Siempre, desde que me fui de acá de Colombia, siempre soñé con ponerle esa camisa a mi niño. Siempre iba con la ilusión de comprar esa camisa para llegar y ponérsela en el momento que llegara al aeropuerto. Y, bueno, le ha quedado más hermosa que a mí.

¿Ha visto de nuevo la prueba?

¡Que si he visto el video! ¡Jah! Yo creo que el celular está a punto de explotar de ver tantas reproducciones…

Volvamos a la carrera…

Cuando el inglés atacó yo no me desesperé. Es una prueba de tres vueltas, hay que tener mucha tranquilidad. Estaba a una buena rueda, Levy es un gran corredor, fue un campeonato del mundo donde llegó andando muy fuerte. Cuando atacó el holandés, ya sabía que tenía que hacer algo, porque es un corredor muy fuerte.

¿Qué pensó entonces?

Cuando Levy salió, yo me fui a rueda de él y estaba esperando el momento para desenvolver mi mejor papel. Ya empecé a atacar, y faltaban más o menos cien metros, en ese momento entró una sonrisa en mí porque ya sabía que ganaba, en ese momento ya sabía que era campeón del mundo porque no sentí ningún corredor encima de mí, y sabía que cuando saliera del peralte iba a ir mucho más rápido que los otros. Y así fue.

¿Ha llorado mucho?

¡Ahhh nooo! Es imposible uno decir cuántas veces he llorado. He llorado demasiado. Lloré cuando pasé la meta. Lloré cuando abracé a John Jaime. Lloré cuando me colocaron la camisa. Después, cuando volví a abrazar a Jaime después de haberme pajado del pódium. Cuando llegué y vi a mi niño, lloré mucho. Ahora me desperté a las seis de la mañana y lo primero que hice fue ir a la cuna a abrazarlo, a darle gracias y nuevamente volvieron a salir muchas lágrimas.

Información: Amado Hernández Gaviria/Liga Deportiva Postobón

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